
Ignacio Lavayén
El Extrañador
Manos mías
en fuga
Corren en batallas contra el espacio
Sangran,
Sangran como dos enamoradas
Y las moradas desfallecen,
riegan sus lágrimas amarillas
entre flores que no nacen
Diminuto, diminuto reloj
que tiñes la sangre del tiempo
Y mientras el árbol no cesa
de caer una y otra vez
sobre los rostros de papel
Yo me cubro de espejos
para evitar mis tristezas
relevo la presencia lejana
a los campos de piedras de bolsillo
Diminuto, diminuto reloj
que tiñes la sangre del tiempo
El ritmo incesante repiquetea
sobre mi río ensombrecido
resuenan los humos del cartel
que callaba palabras esenciales
Finalmente me trastorno
me extraño, me absorbo en esta sombra
soy el extrañador
que espera a la ausente del espacio
Para la niña de las piedras
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