Pablo Carbone
Naufragio
Hay navíos que me conocen,
que me sugieren desde lo lejos,
que me perdonan gruesas imperfecciones.
Vienen enajenados,
altivos todos ellos
traen la muerte en los párpados y
un río temblando en las manos.
Si pudiera tan sólo precipitarme;
dejar salir mi voz en pulcros itinerarios,
entregarme, como una triste mariposa,
a la sombra de sus grandes ojos fijos;
todo sería menos confuso y verosímil,
todo volvería a su nutrida esencia
se restauraría la luna de su muerte lenta,
se callarían los trenes
y la selva enfermaría de tanta primavera
pero mientras aquello discurre,
seré laúdano para tu herida
paciencia amor mío
pronto abrirán las compuertas
y la mañana se llenará de infinitos latidos.